Ya de entrada te digo que no. Pero no es tan fácil. Para los ciclistas urbanos y ocasionales el tema no parece ser relevante, al menos en México, donde el ciclismo deportivo tiene poca penetración y hay una mínima afición. Pero en Europa y Estados Unidos de un tiempo para acá, el ciclismo profesional, el amateur, las carreras y las grandes vueltas han significado un gran aliciente para usar la bicicleta. En una época en que queremos regresar al transporte sustentable, tener este faro es fundamental para señalar la ruta.

Para los ciclistas que hacen deporte, los que salen a la ruta, o hacen montaña, los pro si son una fuente de inspiración y motivación muy atractiva, muchos ciclistas aficionados quieren tener bicicletas como las suyas, vestir como ellos, adoptar sus posturas y ajustar las bicicletas al uso de los grandes competidores. El asunto es que el ciclista aficionado no requiere de ello las más de las veces, y hasta le puede resultar perjudicial en otras. Vamos por partes, como dijo Jack.

Las palancas de freno hacia adentro

Todo comenzó con ciclistas profesionales de ruta que apoyaban sus antebrazos en el tubo superior del manillar. Esto les permitía ser más aerodinámicos, adoptando la postura de las bicicletas contra reloj, pero sin sujetar la aerobarra y sin los apoyos de esta. Así disminuían su área frontal y bajaban su torso. El problema de esta postura es que no llevas agarre, no hay un control firme de la bicicleta y peor aún, las manos no alcanzan los frenos.

Una forma muy comprometida de rodar.

Para los competidores que corren en pelotón, esto significaba poner en riesgo a otros ciclistas, además de que al llevar los antebrazos solamente apoyados, al pasar por un bache o un bulto del pavimento, la rueda delantera salta, se pierde el contacto con el manillar, derivando en una caída con consecuencias serias. Y esto pasaba entre los aficionados que los imitaban y aún lo hacen, poniéndose en grave riesgo en carreteras abiertas al tráfico. Entonces la Unión Ciclista Internacional prohibió la postura en competencias para mitigar riesgos y tal vez, frenar el mal ejemplo.

Al poco tiempo se vio a ciclistas en competencia usar las palancas de mandos/freno orientadas hacia adentro del manillar y con manillares estrechos, lo que permite adoptar una postura similar a la anterior. Ello trae consecuencias ergonómicas negativas, limita la fuerza de frenado —no me consta porque no lo he probado, pero eso dice la mitad del pelotón, los fabricantes y la UCI— y el control de la bici, entre más estrecho el agarre, más nerviosa se vuelve la rueda delantera.

Y ahí van los aficionados a emularlos. Cuando no necesitan esas posturas tan aerodinámicas, pero, si lo hacen los pro, «debe ser lo mejor, ¿no?». Cuando en realidad no lo necesitan porque no están compitiendo. Claro que al poco tiempo la Unión Ciclista Internacional intervino, apoyada en los argumentos de los fabricantes, establecieron un límite al ángulo máximo para colocar los frenos e implementaron unas plantillas para verificarlo antes de las carreras.

Como es natural, los aficionados quieren ser como Tadej Pogačar y compañía, haciendo caso omiso de las normas impuestas, no tienen la plantilla ni hay limitaciones en las rodadas de fin de semana, un ejemplo negativo que prendió como lumbre.

Posturas extremas

No es una tendencia reciente como la anterior, aunque tiene el mismo objetivo. Los ciclistas profesionales adoptan posturas lo más aerodinámicas posible y para ello, llevan los manillares muy bajos con respecto a la altura del sillín, potencias larguísimas y sus postes de asiento sobresalen mucho del cuadro. Eso hace que la bici se vea más agresiva o más linda según quien la vea. El caso es que normalmente ignoramos que muchos profesionales usan cuadros más chicos que los que deberían usar o deberíamos usar todos para un ciclismo más eficiente para el ciclista normal.

Con un cuadro de una talla más pequeña que la que corresponde al ciclista, es necesario subir mucho el sillín para acomodar el largo de sus piernas y poner una potencia más larga para dar cabida al tamaño de torso y brazos, y que se pueda pedalear sin que las rodillas tropiecen con los extremos del manillar, con ello logran que la diferencia de altura del sillín con el manillar sea extrema. Con esto logran ser más aerodinámicos y ahorran peso en un cuadro más pequeño —no sé qué tanto, si deben llevar una potencia y poste de asiento más largos.

El ciclista profesional tiene mucha flexibilidad, está adaptado gracias a muchas horas sobre la bicicleta, mientras que el aficionado e inclusive el amateur no tiene esas condiciones. En la bicicleta de ruta se pierde potencia cuando la postura del torso es muy baja o la cadera queda con un ángulo muy forzado, además si de por sí para el ciclista no habituado, pedalear o descender empuñando la curva del manillar es muy forzado, con este muy bajo, resulta inutilizable, evitando que el ciclista lo agarre correctamente cuando es necesario.

Fitting

Lo que debería importar al ciclista aficionado e inclusive al entusiasta es que el pedaleo le resulte practicable con comodidad, para poder realizar rodadas largas sin sufrir dolores que a la larga traen lesiones, poder pedalear con potencia combinando cadencia y fuerza y, conducir la bici con seguridad, —tenemos un artículo sobre el tema, y este otro—. Claro, pudiendo adquirir también una postura aerodinámica razonable y sostenible cuando hace falta. Es decir, el ciclista debe poder variar su postura cómodamente durante sus recorridos de acuerdo a la circunstancia y no ir clavado todo el tiempo en una postura aerodinámica fatigosa.

Los servicios y profesionales de fitting o biomecánica se encargan de ajustar la bicicleta a las medidas de ciclista, su flexibilidad y peculiaridades anatómicas. Sin embargo, hay quienes tienden a buscar el rendimiento en velocidad del ciclista, dándole una postura más aerodinámica en bicicletas de Triatlón y contrarreloj es lo esperable, pero en el caso de la ruta, tengo mis convicciones, vale una postura agresiva para la velocidad si el ciclista es un competidor, pero para el ciclista aficionado que solo hace salidas para entrenar y grandes fondos ocasionales, no sé si es lo mejor. Claro que depende del ciclista y a lo que aspire.

Así que a cada uno le cabe la reflexión sobre lo que quiere o necesita de manera realista y comunicarlo al profesional de fitting para lograr un resultado deseable y conveniente.

Buenos y malos ejemplos

Claro que los ciclistas profesionales nos han dejado ejemplos magníficos que deberíamos emular, hasta en la vida diaria, como son la disciplina, la resiliencia, la capacidad de sacrificio, la tolerancia a la frustración y el dolor, la capacidad de proponerse metas y luchar por ellas, la buena alimentación, la cortesía (que se está perdiendo en el pelotón) y que ha distinguido a muchos ciclistas y la solidaridad inclusive con los rivales.

Los ciclistas de grandes vueltas se mantienen en un peso bajo, eso es deseable, ¿pero someterse a dietas draconianas para tener un porcentaje de grasa corporal mínimo es deseable para quienes no son deportistas de élite, es bueno para la salud, es un buen ejemplo a seguir? Entrenan muchas horas diarias, ¿pero vale la pena exponerse a un overtraining y descuidar otras esferas de nuestra vida laboral, familiar y social si además de la bicicleta tenemos otras actividades para subsistir? Aunque entrenar dos o tres sesiones semanales razonables nos hará mejores en las rutas del fin de semana.

He leído críticas en la página de Facebook de Enbiciados por usar zapatos de ciclista con calas, y hasta por usar casco, según esto, es ostentar. En el primer caso, el calzado idóneo es el diseñado para la actividad deportiva particular, y sí, llevar un calzado con suelas especiales transmite mejor la fuerza al pedal y protege el pie, además de que pedalear con una fijación al pedal, permite mayor cadencia y, aunque no resulta intuitivo, da más seguridad, sobre todo en las bajadas. En el segundo caso, solo digo, cada quien hace con su cabeza lo que quiere.

Casco roto en una caída, absorbió el golpe.

¿Tenemos que rodar en la misma bicicleta que usan los profesionales? Eso varía para cada quien —a mí me gustaría tenerla—, sus gustos, placer y poder adquisitivo. Pero, es ideal usar la bicicleta que nos brinde la mejor experiencia y se acomode mejor a nuestras expectativas. A ver, yo puedo tener la expectativa de correr un gran fondo, alguna vez en el futuro, y entonces invertir en la bici más adecuada para ese evento en lugar de comprar una para comenzar, pero sin un entrenamiento previo y adquirir las habilidades para ello, voy a fracasar. Por otro lado, tener la bicicleta idónea, me permitirá entrenar y participar en los eventos deportivos soñados. Tampoco hay que aspirar a tener una buena experiencia en la ruta y menos en la montaña, con una bicicleta que no tenga características necesarias.

Un buen ejemplo a seguir es que salen con la bicicleta siempre impecable, aunque el día anterior se bañaran en lodo. Dirás: «ellos tienen mecánicos a su disposición», tú nos tienes a nosotros o a tu favorito para el mantenimiento mayor, además los pro solo disponen del mecánico del equipo en concentraciones y competencias, el tiempo que pasan en casa se buscan un mecánico amigo o limpian ellos mismos la bicicleta y lubrican la cadena. Hacer ese mantenimiento básico es parte del hobby y la terapia.

Así que, «de la moda lo que te acomoda», de los ciclistas profesionales toma lo mejor y que se adapta a tu estilo de vida, lo que te hace mejor, copia su estilo de pedalear, su técnica, admira sus hazañas, también trata de proponerte hazañas personales a tu alcance y si eres joven, mucho, sueña que eres como tus campeones mientras las tratas de cumplir. Lo bueno: las modas son pasajeras y lo correcto prevalece.