De tres años para acá, las bicicletas y sus componentes han visto un alza de precios sin precedentes. Es verdad que para el nivel competitivo nuestro deporte ya era caro. También las bicicletas económicas, que son una gran opción de movilidad, se encarecieron. Lo que hemos visto como consecuencia de la Covid-19 es insólito.

Para nosotros, como tienda, la situación resulta tan complicada como lo es para nuestra clientela y los nuevos clientes que quieren acceder al ciclismo, también nos cuesta más renovar el inventario, todo ello en medio de una situación económica compleja con inflación derivada de la pandemia que, por cierto, aún está presente. Veamos las causas para entenderlo.

Debido al encierro total que provocó la Covid-19, sobre todo en Europa, muchas personas que ya no pudieron asistir a los gimnasios que se cerraron, optaron por la bicicleta como alternativa para ejercitarse y salir al aire libre huyendo de la gente. También una gran cantidad de ciudadanos vieron en la bicicleta un medio de movilidad económico para evitar las aglomeraciones en el transporte público. Ello ocasionó una demanda desmedida de bicicletas que no se había visto nunca. En una economía de mercado, al aumentar tanto la demanda, los precios naturalmente subieron.

La sobre-demanda agotó los inventarios, lo que provocó escasez y con ello, el consecuente aumento de precios, como si las bicicletas fueran cualquier otro bien escaso, como los metales preciosos. Ello incidió en la carestía y se convirtió en un problema crónico multianual, que esperamos cambie a la baja.

La mayoría de las marcas de ciclismo fabrican —como casi todas las industrias—, sus cuadros y componentes en Taiwán y China. Al tener estas naciones cierres completos en sus poblaciones a causa de la pandemia, las fábricas pararon y ahora no se dan abasto para recuperar los inventarios y satisfacer la demanda.

Los grandes fabricantes encabezados por Shimano hacen una proyección de ventas para cada año y con base en ella programan la cantidad de componentes y accesorios que fabricarán para ese periodo. También los fabricantes de bicicletas y los mayoristas planean anualmente sus compras o producción de inventario. La demanda atípica vació los inventarios de componentes, lo que dejó a los fabricantes de bicicletas sin insumos, a los mayoristas sin inventarios y como consecuencia las tiendas también se vaciaron. Shimano y otros fabricantes no han podido recuperar sus inventarios luego de dos años.

Al mismo tiempo se produjo un cuello de botella logístico que agravó el problema de la escasez, al igual que con otros bienes de consumo e industriales, pasó que el cierre de puertos y la falta de personal transportista para mover los contenedores, provocaron que las mercancías se abarrotaran en muelles, bodegas y aduanas, dejando a los barcos atascados en las entradas de los puertos con falta de espacio para descargar sus mercancías y falta de contenedores para cargar sus naves.

Los fabricantes como Shimano no tenían acceso a materias primas y medios para distribuir sus productos a escala global. Si las tiendas en Europa y Estados Unidos estaban vacías, en México naturalmente estamos al final de la fila por el tamaño de nuestro mercado, así que aún seguimos esperando para poder contar con todos los productos que demanda el cliente ciclista y enfrentamos también una fuerte carestía para rehacer nuestros inventarios.

Adicionalmente, y aunque al menos en la Ciudad de México, se declararon las tiendas de bicicletas como actividades esenciales tardíamente, tanto tiendas minoristas y sobre todo, los mayoristas, nos enfrentamos al problema, igual que en otras industrias, de tener que seguir solventando gastos operativos sin ventas para sostener el flujo de efectivo, con los inventarios agotados por la alta demanda, ello significó un serio problema para muchas empresas, que no han tenido el capital para volver a llenar sus bodegas, lo que hace que la escasez y los precios altos persistan.

Para nuestra tienda, afortunadamente tenemos demanda de servicios, ya que contamos con una clientela fiel y el prestigio que nos ha valido adquirir nueva clientela entre los usuarios que han optado por la bicicleta. Pero hay que decir también que las tiendas de bicicleta, al depender más del servicio para sufragar sus gastos y salarios, han tenido que aumentar sus precios.

Nosotros hemos podido mantener un precio de servicio contenido y competitivo en el taller, de hecho en 2022 hicimos un esfuerzo importante para bajar el precio del servicio completo y así apoyar a los ciclistas que acuden a nuestra tienda, con la misma calidad de servicio de siempre.

También decidimos ensamblar bicicletas para, por un lado, satisfacer la demanda y enfrentar la escasez, y por el otro, tener una oferta con precios convenientes y más accesibles para quienes quieren iniciarse en el ciclismo, utilizando componentes alternativos de buena calidad y bajo precio.

Una normativa que encarece las bicicletas

Las motocicletas de MotoGP no pueden ser utilizadas por sus corredores para entrenar, solo se les permite manejarlas en prácticas de competencia, calificaciones y carreras, nada más; el demás tiempo permanecen guardadas. No se venden al público. Los automóviles de Fórmula 1, también son utilizados solo para competencias, y lo vemos natural, aunque es menos restrictivo, los equipos ricos, como Ferrari, tienen pistas particulares donde se prueban y sus pilotos entrenan. Además, tienen simuladores. Un auto de Fórmula 1 o cualquiera de competencia, no son aptos para la calle y no están a la venta.

En el ciclismo se vive una circunstancia anómala, debido a los desarrollos técnicos y bicicletas fabricadas específicamente con avances para tener ventajas en competencias, la Unión Ciclista Internacional las consideró abusivas, sobe todo en los 80 del siglo pasado —-antes habían prohibido las bicicletas reclinables porque tienen ventaja aerodinámica—. El máximo organismo de la disciplina contempló que al tratarse de un deporte donde lo que debe imperar es el esfuerzo físico humano, y en un intento de que hubiera piso parejo, se les ocurrió reglamentar que las bicicletas para competencia, deberían ser aquellas que se pueden adquirir en tiendas y para ser utilizadas por cualquiera.

Claro que siempre ha habido bicicletas con componentes más ligeros y eficientes que otras para competir. Pero esa regla, que obligaba a adquirir bicicletas en las tiendas para competir, terminó por voltear la tortilla, llevó a los fabricantes a poner a la venta en tiendas, bicicletas que son propias para competiciones de alto nivel con desarrollos tecnológicos y de materiales vanguardistas y que son muy costosas y no son siempre las más adecuadas para el público en general. Pero no falta gente con poder adquisitivo, que llevados por el deseo, las adquieren, lo que crea un mercado distorsionado.

Al final de cuentas, los consumidores acabamos pagando el desarrollo de materiales e ingeniería, y el equipamiento que los fabricantes entregan a los equipos profesionales y hasta amateurs en Europa y Japón. Con un agregado, las bicicletas de alta gama, son el objeto del deseo de muchos ciclistas que solo tienen recursos para una bicicleta de menor gama, lo que a la larga se convierte en motivo de frustración. Hace muchos años tuve un amigo que soñaba con un Ferrari, y lo le decía que comenzara con un Vocho, pero siguió soñando. Años después lo vi en una pesera, desde mi bicicleta. Por lo visto no le llegó el Ferrari, ni el Volkswagen, ni la bicicleta, ni maldita la cosa. Igual nos pasa a muchos ciclistas que tenemos aspiraciones inducidas con bicicletas de alta gama.

Esta situación en el ciclismo provoca carestía, los fabricantes como Shimano o Sram —Campagnolo no cuenta, siempre ha sido inaccesible— introducen grupos con mayor tecnología y más cara, por ejemplo los cambios electrónicos, ahora tenemos que el grupo Ultegra ya es de altísima gama, comparable a Dura-Ace, y la media gama que se había mantenido a un precio razonable también ha sido alcanzado por los cambios electrónicos, más costosos y menos aptos para el ciclista entusiasta o aficionado, pero que tiene un fuerte impulso aspiracional y los quiere.

Shimano ha mantenido una política de economía de trickle down, heredando a sus grupos de menor gama los diseños de la gama alta con la transición de cada generación, utilizando materiales más baratos. Pero lo que están haciendo en tiempos recientes es elevar la gama de sus grupos y, por lo tanto, sus precios. Ahora resulta que la gama media comienza con Tiagra, que aún se mantiene con 10 velocidades, cuando los grupos de 11 velocidades llevan diez años en el mercado. Para el ciclista que no participa en competencias y que solo sale a entrenar o a paseos, la gama media debería bastar, así como un cuadro de aluminio, pero todos queremos ser Pantani, Contador o Froome, así que aspiramos a la gama alta y estamos dispuestos a pagar si pudiéramos o no. Esto impulsa los altos precios en el mercado.

Nuestro mercado es aspiracional —a menos que se trate de usuarios que utilizan la bicicleta exclusivamente para trabajar—, el ciclista que tiene Sora quiere 105, el que tiene 105 quiere Dura-Ace, el que tiene Alivio quiere Deore y el que tiene SLX quiere XTR, es lo normal, deseamos lo mejor. Hay personas que pueden darse el gusto o el lujo si quieres, hay otros que de jóvenes comenzaron con una bicicleta de gama baja y soñaban con un Águila del Táchira y después de años de arduo trabajo tienen la oportunidad de una bicicleta de gama alta moderna. Como tienda, debemos satisfacer a nuestros clientes.

Hay ciclistas que aún no siendo competidores quieren mejorar su bicicleta para sentir que son más rápidos o que hacen menos esfuerzo, es una tendencia en el ciclismo que trae consigo componentes de posventa. Si un cliente quiere un OCP Absolute Black o Ceramic Speed, hay que satisfacer esa demanda, o mejor dicho, hay esa oferta porque tiene un mercado o es capaz de crearlo. Siempre ha sido así, las personas queremos lo mejor por múltiples razones, aunque sea para darnos un placer.

Alternativas poco deseadas

Existen fabricantes en China, muchos de ellos que han maquilado componentes para grandes marcas, que con ello han adquirido la tecnología y la experticia que les ha permitido desarrollar sus propios productos. Se habían mantenido en el mercado Chino y parte del Oriente, pero con la pandemia y ante la escasez de componentes de marcas tradicionales, vieron la oportunidad de salir al mercado global.

Los componentes de algunos de esos fabricantes son más baratos que los de marcas tradicionales y tienen una calidad muy conveniente para ciclistas entusiastas. Los hemos instalado en nuestra tienda para ensamblar bicicletas. Aquí el problema es que los consumidores nos aferramos a las marcas dominantes y no sabemos o no tenemos la información suficiente para tomar la decisión de optar por algo más económico. Por naturaleza tenemos aversión al riesgo de lo nuevo y no aprovechamos esas oportunidades, en este caso de adquirir una bici con las tres B.

También hay una oferta de bicicletas ultra-baratas para vender en supermercados, no estoy hablando de esas, pero lo aclaro. ¿Son una opción?, tal vez para un ciclista ocasional que las va a dejar abandonadas a la primera oportunidad. ¿Valen la pena?, no, porque sus componentes y calidad de fabricación las hacen frágiles, poco funcionales y de poca durabilidad. No son la alternativa para quien quiere ahorrar y tener una buena experiencia en la bicicleta y que esta le brinde un buen servicio.

Esta es la realidad en la que vivimos, y sí, existe en México la creencia generalizada de que la bicicleta debería ser algo muy barato. Pero hay que entender su verdadero valor como propiedad, que una de buena calidad constituye una compra para muchos años —yo tengo una que rebasa los 30 y otra los 10 y ambas siguen funcionando bien y las disfruto, cosa que no se puede pedir a un coche—, los beneficios que te dará una bicicleta son a largo plazo y hay que ver en ella una inversión, sobre todo si le harás un buen mantenimiento.

Hay bicicletas más económicas que otras, los precios de algunos modelos de gama alta para competición hacen levantar más de una ceja y provocan incredulidad, entonces hay que saber comprar o dejarnos que te asesoremos. Nuestro mercado requiere un cambio de mentalidad y no ver las bicicletas como algo barato y desdeñable, los ciclistas sabemos el verdadero valor de la bicicleta y lo apreciamos, esto debería permearse a más gente entre la población para que se suban a la bicicleta como medio de transporte, placer o realizar un ejercicio fenomenal. La bicicleta eleva tanto la calidad de vida que vale la pena considerarla.