La competencia es buena, para algunos. Habemos personas para quienes competir es algo natural, unos en los negocios, otros en el juego y otros más en el deporte, hay el escritor que se sienta en el café a despotricar de escritores más exitosos y del deporte, es otra forma de competir, esta vez en la derrota. De hecho la competencia es una función evolutiva de las especies, se compite por espacio vital  y comida. En los humanos la competición adopta un carácter amistoso y lúdico, de ahí los deportes. Hay mucha literatura al respecto y no abundaremos en ello para entrar en el tema de la bicicleta.

Desde muy temprano luego de la invención y adopción de la bicicleta, los ciclistas hallaron el placer de la velocidad y muy pronto, el de ir más rápido que los otros. Pasa lo mismo que al correr o meter goles, pero la bicicleta siempre trae consigo el placer de la adrenalina y la velocidad latentes. Al tiempo, se comenzaron a organizar carreras, las clásicas —que se convirtieron en los monumentos—, en velódromos y luego las grandes vueltas, desde entonces correr con bicicleta es uno de los deportes más apasionantes y difundidos en el planeta. Aquí no nos percatamos pues los medios tienen autismo futbolístico y desdeñan cualquier otro deporte.

La competición acecha en cada esquina, no falta el día que rebases un ciclista cualquiera, un mensajero, y éste acelere para ganarte o sólo para no dar su brazo a torcer. No hay domingo en que en los tramos largos del paseo dominical haya quienes se empeñen en una carrerita, un pique como decimos por estos lares. Que el paseo es familiar, los monitores no se cansan de proclamar que no es una carrera, lo cual debe ser así, por seguridad de los niños, los peatones, las mascotas, los otros ciclistas y el corredor mismo. Lo notable de estas competencias privadas es que nunca se pactan, sólo ocurren de manera natural, en silencio y cuando más, entre jadeos. Cuando esos síntomas aparecen, tal vez sea siendo tiempo de inscribirse en alguna carrera de verdad.

La competición es inherente a la bicicleta, y por ello ha evolucionado tanto la de carrera en ruta y en montaña. Por eso se organizan tantas carreras, afortunadamente en provincia y lamentamos que tiendan a desaparecer las de ruta en la capital. Las carreras de montaña son lo de hoy, participan desde niños hasta gente mayor en la categoría máster, y suelen ser una fiesta magnífica. Participan familias enteras, hay equipos y no faltan patrocinadores y benefactores, una fonda, una papelería. Tanta pasión desata el ciclismo.

Muchos ciclistas usan la bicicleta como un vehículo funcional, otros como un medio para mejorar y mantener su salud física, que es una estupenda idea, hay quienes quieren más.

Muchos ciclistas que compiten sólo quieren hacerlo contra sí mismos, también hay esa clase de triatletas. Probar que pueden, cumplir una meta, mejorar para la siguiente oportunidad. Los Grandes Fondos que son muy demandantes resultan ideales para esta clase de ciclista. Y no hay que ir muy lejos, hacer un doble Ciclotón y luego uno triple de 97 km es un reto suficiente para muchos ciclistas con los que me he cruzado. ¿Un cuádruple Ciclotón es posible? El evento dura seis horas de 8:00 a 14:00, teóricamente si, pero como hay que correr… Es mejor apuntarse a un Gran Fondo de 120km.

Proponerse una meta es el mejor camino para motivarse, para sentirse bien con uno mismo.

Luego vienen los ciclistas más competitivos, los que van por el podio, o al menos, por la pelea. Muchos de ellos se están forjando desde niños en cientos de carreras por todo el país, con gran entusiasmo de sus padres y madres.

En la cúspide está el ciclismo profesional. En éste, la competencia se convierte en deber, en un trabajo arduo y sufrido a más no poder. En el ciclismo de ruta, de un equipo de nueve, sólo el capitán, el esprínter, a veces el escalador y el contrarrelojista (que casi siempre es el capitán) tienen opción de ganar, así sea una etapa. Tres de nueve, los demás, son sufridos gregarios cuya única satisfacción es el triunfo del equipo o de su líder.

Más allá de la clase que sea, no hay como el triunfo personal, el placer de hacer algo insólito, por encima de lo que somos. Y la bici está ahí para lograrlo. ¿Es posible alcanzar lo mismo con la moto o el coche y más lejos, y más rápido? No, pues nada se equipara al logro obtenido a punta de fuego ardiente en las piernas y los pulmones, a la fatiga que se oculta detrás de la emoción. A masticar el corazón cuando se te sale por la garganta para que lata más.

Nada sabe como la victoria y nadie sabe cuándo llegará, pues siempre que te esfuerzas, ahí está escondida, acechando. Este video sirve para ilustrarlo convenientemente. El de la imagen es uno de los múltiples rostros de la victoria: